Del huerto a casa en un clic

Del huerto a casa en un clic

Jordi Corbalán es un campesino visionario. Hace cinco años, se planteó explorar las potencialidades de internet para vender los productos del campo saltándose el circuito tradicional, lleno de intermediarios y márgenes perdidos. Sus compañeros agricultores se tomaron a broma el proyecto: “¿Cómo va a vender un payés, que trabaja en el huerto, sus lechugas y tomates por internet?”, se preguntaban, escépticos, algunos. La respuesta –o la contradicción– no se hizo esperar.

Corbalán estaba convencido de que tenía en sus manos una buena oportunidad de negocio. Le puso ahínco. Contactó con un diseñador de web, un canadiense residente en Barcelona, para que le preparara un proyecto a la medida de sus necesidades y así nació Canjordana.com.

La finca de Can Jordana está situada en El Masnou, en la comarca marítima del Maresme, muy cerca de Barcelona. Hoy, cuando mira atrás, se muestra orgulloso de la evolución de su negocio. De hecho, actualmente, a través de la red se puede comprar de todo –o casi de todo- pero cuando este agricultor dio el salto a internet se arriesgó y Canjordana.com se convirtió en una de las páginas web pioneras en ofrecer los productos del huerto a domicilio en tan sólo un clic.

Corbalán tenía muy claro que no quería sustituir el campo por una mesa de ordenador. Curiosamente, él es agricultor de convicción y no por tradición; la finca es de la familia de su mujer; su suegro y su cuñado se dedican básicamente al cultivo de flores, muy arraigado en esta zona. Pero su convencimiento a mantener los orígenes de su mujer y a luchar por conservar el patrimonio legado por decenas de generaciones le han convertido en un apasionado de este ancestral oficio. Pero en tiempos modernos no hay lugar para el romanticismo, y si uno se quiere ganar la vida en lo que quiere, debe luchar para convertirlo en competitivo.

Por lo tanto, su propósito era razonable, simple y claro: mejorar la rentabilidad de su explotación evitando los intermediarios. De todos es sabido que la diferencia de precio entre lo que paga el cliente por una lechuga y lo que ingresa el agricultor no repercute en el bolsillo de este último. Y de eso es lo que se quejan la mayoría de productores. El transporte, las centrales de compra y el propietario de la tienda o supermercado que vende el producto también se benefician –como no podría ser de otra manera– de esa misma lechuga.

El propietario de Canjordana.com también tenía otro propósito cuando puso en marcha su web: demostrar que trabajar algo tan físico como la tierra no es incompatible con dominar un espacio tan virtual como es internet.

En Can Jordana solamente trabajan dos personas –él mismo e Isaac, un joven que le ayuda con el reparto. Por las manos de Jordi Corbalán pasa todo lo que se trajina en la finca. Él cultiva los ajos, las acelgas, las lechugas, los tomates, las zanahorias, todos los productos del campo y, a la vez, se encarga de actualizar la web diariamente. Es decir, coloca las fotos de sus frutas y verduras y el precio de venta al público, se encarga de recibir los pedidos –tanto por internet como por teléfono–, los prepara y los distribuye a domicilio. ¿Alguien da más?

Su jornada laboral se organiza de la siguiente manera: de día trabaja la tierra y, cuando termina, se sienta delante del ordenador para informar a los clientes que entren al día siguiente en su web de cuáles son los productos frescos que puede ofrecerles. Luego, destina dos tardes y dos noches a la semana a repartir los encargos de fruta y verdura a sus clientes, que proceden, sobretodo, de Barcelona, Badalona, el Masnou y sus alrededores.

El volumen de demanda que ha conseguido este agricultor a través de la su web ha superado sus propias expectativas.

Corbalán ha logrado, gracias a Canjordana.com, aumentar su margen de beneficio por el mismo tomate y la misma lechuga que cultivaba antes de abrir su tienda en internet. Parte del éxito de su proyecto se debe a la garantía directa que da al consumidor de que sus productos son frescos y que pasan directamente del campo a su mesa. Sin quererlo, ha sido capaz de convertir en realidad uno de los mensajes publicitarios que las empresas del sector de la alimentación intentar difundir entre sus compradores: la garantía que aquello que comen es sano y fresco.

Pocas familias, cuando hacen la compra semanal, tienen la oportunidad de conocer la persona que cultivó y recogió el producto que meten en su cesta y, menos aún, imaginarse que el repartidor que le lleva al rellano de su escalera el pedido es la misma persona que lo plantó y recolectó en su huerto. Los clientes de Canjordana.com sí tienen ese placer por un precio razonable, según opina Corbalán, teniendo en cuenta la calidad que se le ofrece.

La buena acogida de Canjordana.com le ha conducido casi al límite de la saturación. Corbalán tiene muy claro que, para dar calidad y precio, su negocio tiene un techo y, en este momento, no se plantea superarlo. “No quiero crecer más porqué no me interesa perder el contacto con el ama de casa, y no quiero que la relación con el cliente se convierta en algo frío”, asegura. Es por ello que tiene limitada la zona de distribución y sólo los clientes de unos dieciséis municipios cercanos a la finca pueden beneficiarse de sus servicios.

Sus colegas agricultores del mercado municipal de Masnou, que veían con escepticismo la viabilidad del negocio on line, no tienen, en la actualidad, ninguna duda de que la venta de fruta y verdura por internet funciona y, sobretodo, es muy rentable. De hecho, un grupo de productores del municipio ya se ha agrupado en una cooperativa y ha empezado a comercializar los productos del campo por la red.

Corbalán ha apostado, más que por crecer, por mejorar la calidad de sus artículos y aumentar la oferta de servicios al cliente. El comprador que entra en su web puede ver la lista de frutas, verduras y hortalizas de Can Jordana, con información del precio y la fecha prevista de cosecha. También dispone de información sobre los frutos del campo en oferta. Además, desde hace pocos meses, ha añadido a su abanico de productos propios otro de frutas y setas, y un apartado de hierbas culinarias con información muy básica sobre cuáles son los platos que mejor acompañan.

Los clientes más selectos de Canjordana.com también pueden acceder al rincón delicatessen, donde pueden completar su compra con, por ejemplo, anchoas del Cantábrico o mejillones de Galicia. Si lo que se busca son recetas, la web también ofrece un apartado interactivo para que los compradores compartan sus platos preferidos como una ensalada de verano y una crema de calabacín. Corbalán cuenta que su mejor publicidad ha sido el sistema boca-oreja: “cuando ganas un cliente nuevo en un bloque de edificios, al poco tiempo seguro que tienes otro que es vecino del primero y que también quiere que le lleves la compra a casa”. Este tipo de publicidad, la más directa que existe, le ha hecho temer llamadas como la nuestra para realizar este reportaje. Entiende que es positivo ganar notoriedad y que la prensa hable bien de su marca, pero lo que más le preocupa en el mundo es que las solicitudes de nuevos clientes puedan hacerle desatender a su parroquia más fiel. Amigo lector, rogamos tenga paciencia.

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