Individuos productivos en organizaciones innovadoras

Individuos productivos en organizaciones innovadoras

Las organizaciones tienen hoy dos grandes retos, diferentes pero complementarios. Uno, pasar de entender la productividad como algo que sólo se consigue a  nivel organización (cadena de producción) a entenderla como algo que se consigue principalmente a nivel individuo (cada persona, una fuente de productividad). Y, dos, superar la idea de que la innovación es un acto individual y esporádico (“se me ha ocurrido algo en la ducha”) para entender que debe ser un acto en equipo y sistemático (se puede alimentar y dinamizar un equipo para que de él se derive innovación de forma sistemática).

Como resultado de la historia de las organizaciones, hemos conseguido resultados excelentes en la productividad organizacional (la cadena de producción es casi inmejorable en algunos sectores), pero sacamos aún escaso partido de las herramientas tecnológicas, y de las metodologías, que permiten convertir a cada individuo en una fuente de productividad, en esquemas de producción distribuida y trabajo en red verdaderamente eficientes (productividad individual).

Por otra parte, cuando pensamos en innovación nos viene espontáneamente a la cabeza el ejemplo de individuos creativos que tienen “brotes” de inspiración brillantes, en las situaciones más curiosas (identificamos creatividad con innovación),  mientras la experiencia nos va demostrando que la verdadera innovación (en el sentido de ideación que se convierte en valor aceptado por el mercado) no es resultado de un acto individual esporádico, sino de la combinación de talentos muy diversos, cuya confluencia organizada genera valor y resultados sostenibles, en una organización innovadora.

Ambos retos exigen importantes cambios. Cambios en la manera de producir (individuos autónomos y más productivos) y en la manera de idear (innovación sistemática en equipo para generar valor y resultados). Para conseguirlo, será preciso abandonar el tradicional perfeccionismo estrecho (“yo sé de mi disciplina y nada más”) del management convencional para entrar en lo que Roger Martin denomina pensamiento integrativo: una forma integral de ver los problemas de la gestión, en la que sus diferentes dimensiones son analizadas con el mismo interés, con la voluntad de combinar, de forma conjuntiva (“y”), no disyuntiva (“o”), los conocimientos.

Puesto que el mundo es hoy más complejo, hay que analizar más variables, hay que darse cuenta de las múltiples relaciones entre ellas, hay que crear una arquitectura de todas las posibles acciones que resultan de esas relaciones, para tomar decisiones que tengan en cuenta lo diverso del escenario. Se trata de, como sugiere Roger Martin, encontrar soluciones misceláneas a problemas complejos (find miscellaneous solutions to messy problems).

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