Ke!982 Retroinnovación

Ke!982 Retroinnovación

La retroinnovación consiste en mirar hacia atrás en el tiempo para encontrar allí la inspiración para repensar productos y servicios de hoy. Un sector que lo ha aplicado con cierta frecuencia es el de la automoción: hay hoy vehículos en nuestras calles que “beben” de las redondeadas formas de los años 50. Quizás tres ejemplos conocidos son el Beettle de VolksWagen, el PT Cruiser de Chrysler, el Micra de Nissan o el nuevo 500 de Fiat.

No sé hasta qué punto se trata sólo de que hemos agotado las visiones actuales y que hay que inspirarse donde sea, o que hay razones de fondo psicológico que aconsejan retroceder hacia momentos en que las personas tenían una relación más “estrecha” con los productos. Momentos en los que “sentíamos” más los objetos, quizás porque teníamos muchas menos cosas, no estábamos “anclados en el exceso”, y eso nos hacía valorar mucho más lo que teníamos.

Quizás es cierto que hay una “revolución conservadora” en marcha. O, si se me permite ser más apocalíptico, que es inevitable la irrupción de una “nueva edad media”, como ha sugerido Umberto Eco. Un nuevo tiempo en el que tenemos que volver a los orígenes, en nuestra relación con el mundo, en nuestra relación con las cosas. A una intimidad que nos proteja del torbellino de lo ajeno. O quizás es que, simplemente, los estrategas de marca han secado sus neuronas.

Yo creo que es posible renovar nuestro pensamiento de empresa sin acudir a la cosmética de nuestros recuerdos. Hay que apostar decididamente por el futuro. Hay que “pensar adelante”. Hay que ser audaz. Hay que ser visionario. Hay que volar. Hay que soñar.

Mucho de esto será diseño, es cierto. Pero no ese diseño meramente cosmético (de las apariencias) que muchos proponen, sino diseño que nos permita “hacer mejores cosas imaginando el futuro”. Es un diseño que nos propague hacia delante. En un “diseño” que se apoye en las nuevas ideas. En la ciencia. En la tecnología que rompe esquemas y reglas. Con una audacia que permita, por ejemplo, ver el mundo como lo ven los niños. Es definir “nuevos relatos” de la realidad. Es cambiar tu relación con el exceso que nos inunda. Es aprovechar el exceso a tu favor. Es ser único entre la mediocridad de la abundancia.

¿Es el rediseño del pasado puro “gas”, o podemos beber de la historia para explicar nuevos “relatos” que proyecten a la gente hacia nuevas “aventuras” de futuro? Entre muchos importantes pecados, nuestra sociedad se caracteriza por el culto a lo trivial-inmediato. Por el encumbramiento del éxito personal instantáneo. Por la Operación Triunfo a escala uno-uno. Pero cuando uno va hacia el pasado y descubre a quienes debemos el estar hoy donde estamos, lo que vemos es un montón de historias de resistencia, de perseverancia, de tozudez, con frecuencia más allá de los límites humanos.

Tenemos que aprender de estas historias. Quizás así entenderemos que el truco, al final, es simplemente “ser auténtico”. Creer en lo que haces, y reducir tu nivel de necesidades a lo que sea humanamente normal. Quizás las mentes brillantes puedan acabar millonarias. Pero uno acaba pensando que el verdadero éxito puede que sea tan simple como conseguir mirarse cada mañana en el espejo y reconocerse en él.

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